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Sorprendidos y sin palabras quedaron los habitantes de las islas de Providencia y Santa Catalina luego de que el presidente Gustavo Petro manifestara que cada casa, según los informes suministrados, costó alrededor de 600 millones de pesos.


El primer mandatario denunció los altos costos de construcción de las viviendas de aproximadamente 70 metros cuadrados que fueron levantadas nuevamente tras el desastre natural, indicando que en promedio valió 600 millones de pesos. “Eso da casi 10 millones de pesos por metro cuadrado, entonces, ¿por qué un valor tan sorprendente? ¿Cómo puede valer en Providencia una casa en concreto con tejas de zinc, algo de estructuras de acero, 600 millones?” cuestionó el jefe de Estado.


Incluso, confesó que esa fue la primera sorpresa que se llevó durante los encuentros con las comunidades raizales y quienes se encargan del levantamiento de las viviendas para las personas damnificadas por el ciclón. Dentro de su discurso, valoró el trabajo hecho por la Armada Naciional a la hora de trasladar los materiales de construcción desde el puerto de Cartagena hasta Providencia.


Posteriormente, el mandatario cuestionó la gestión realizada por el gobierno anterior, afirmando que “no se tuvo en cuenta a la comunidad raizal, ni su cultura arquitectónica que se basa en el triplex marino”, afirmando que, en cambio, lo que se usó fue cemento producido en Colombia y mano de obra de otras regiones ajenas a la isla, construyendo “sobre una cultura diferente”.


Y en ese sentido, añadió que “la reconstrucción fue una imposición y tiene consecuencias que cualquier turista no vería en casas de colores, sino que habría que adentrarse mucho más allá para entenderlas” y que el choque cultural entre la mano de obra y lo que realmente se debió construir implicó un costo económico alto.


Otra de las conclusiones a las que llegó Petro Urrego fue que en la isla hay una crisis de seguridad alimentaria no solo por los altos precios de los alimentos pertenecientes a la canasta familiar —incluso afirmó que un huevo puede costar hasta 1.000 pesos—, sino por el descuido de actividades como la pesca cooperativa tras el paso de Iota. De paso, expresó que hay una zozobra económica profunda.


“En la isla hay hambre. La reconstrucción no tenía que ser mirada solamente en el concreto y en los contratistas del concreto, sino desde el punto de vista humano, en la cultura de la sociedad raizal de la isla de Providencia”, y volvió a ser tajante con la gestión hecha en el gobierno Duque al indicar que se debió pensar primero en la mano de obra isleña y su conocimiento en la arquitectura local, expresando que con esto se hubieran podido hacer “viviendas hasta tres veces más baratas”.


Al finalizar su intervención previa a la rueda de prensa, volvió a cuestionar los procesos hechos después de la tragedia natural y sus altos costos: “Bueno será interrogarnos por qué una casa tan pequeña hecha en la isla de Providencia vale en promedio, según la reconstrucción, 600 millones de pesos” y manifestó que espera una intervención de entes investigativos para determinar si lo que hubo allí fue un sobrecosto en el levantamiento de las casi 200 viviendas hechas de 910 que se deben hacer desde cero, según Findeter.


Providencia tiene una zozobra profunda

“La reconstrucción fue, básicamente, una imposición y tiene consecuencias que cualquier turista no vería en casa de colores, sino que habría que adentrarse mucho más allá para entenderlas”, aseguró el Jefe de Estado.


Dijo que se implementó “una arquitectura básicamente bogotana, basada en el concreto y en el acero, se tuvo que traer una fuerza de trabajo de centenares de trabajadores foráneos a la isla, aún muchos están allí, eso provocó un golpe económico, quizás más destructivo que el mismo huracán, porque hoy un huevo en la isla vale mil pesos”.


La llegada de estas personas generó que “los niveles de dinero que llegaron en manos de los contratistas para hacer la reconstrucción, entre comillas, los precios de los alimentos, los precios de los arriendos se elevaron sustancialmente, un arriendo que valía $ 450 mil hoy vale $ 7 millones”.


“Desde esa perspectiva, la isla tiene una zozobra profunda económica y un problema de inseguridad alimentaria profunda, en la isla hay hambre, la reconstrucción no tenía que ser mirada solamente en el concreto y en los contratistas del concreto, sino desde el punto de vista humano, en la cultura de la sociedad raizal de la isla de Providencia, perfectamente con las arquitecturas culturales de la isla, con la fuerza de trabajo de la isla”, anotó.


Según explicó el costo de las mismas viviendas habría sido “tres veces más baratas y el proceso no hubiera costado $ 1.2 billones sino una cifra sustancialmente menor”.


Por ello, sentenció: “Este es un clásico ejemplo de reconstrucciones hechas desde afuera sin contemplar ni la cultura, ni la fuerza misma de la comunidad, sin consultar a la comunidad, al punto que realmente la isla de Providencia está sufriendo una crisis profunda cultural, económica y de hambre”.

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