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Primero, fue un panfleto firmado por Los Caparros. Después, al día siguiente, recibió un mensaje. “Le iban a cortar la lengua y la iban a colgar en la valla que hay en la entrada del pueblo por sapo y estar metiéndose en dónde no debía”. Las amenazas de muerte empezaron en el 2019. Durante los meses y años siguientes Rafael Moreno tuvo que aprende a convivir con ese tipo de mensajes. 


El 25 de enero de 2021 Rafael viajó a Montelíbano, ahí se iba a entrevistar con el alcalde Jose David Cura Buelvas. Sin embargo el alcalde no apareció. Lo que sí ocurrió es que a las 10.15 de la noche una persona que iba en una moto se le acercó, le apuntó con un arma y simuló que disparaba. 


En mayo y junio del 2022 Rafael Moreno tenía mucho miedo. Entendía que las amenazas más recientes eran muy serias. Los amigos y su familia le insistían a él y a su amigo y también periodista Organis Cuadrado que dejaran el periodismo, que esa vaina para qué. 


Entre la insistencia y el miedo Rafael y Organis decidieron que era momento de dejar de hacer denuncias. Pararon sus emisiones en el canal de Facebook y en su emisora digital La Voz de Córdoba y comenzaron a pensar en un negocio de comida rápida. Arrendaron dos locales para emprender su nueva empresa. A finales de septiembre de este año estaban más tranquilos, había bajado el ritmo de las presiones en contra de ellos. 


Esa calma motivo a Rafael a reaparecer. El 30 de septiembre saludó a su audiencia: “Como dije en estos días, me querían activo, me tienen activo. La gente me quería ver en las redes sociales y acá me tiene”. En esa edición de su programa vuelve a insistir en varias de las denuncias que llevaba haciendo durante los últimos meses y que involucraban a alcaldes, funcionarios de la Procuraduría y otras instituciones. 


Tres días después, mientras almorzaba con su familia un hombre se le acercó en una moto y le dijo. “Rafael Moreno, periodista de mierda. Usted que se cree la verga que cree que no le entra el hijueputa plomo. Le mandan a decir los señores que lo esperan mañana a las 8.00 de la mañana en la Palma. Ojalá y no subas a ver si se te va a quitar lo hablador de mondá”. Trece días después fue asesinado por dos hombres en moto mientras él estaba en su local de comidas rápidas.  


Esa última amenaza, Rafael la denunció ante todas las autoridades, al igual que había hecho con todas las que había recibido desde el año 2019. Durante tres años Rafael acudió insistentemente a la Unidad Nacional de Protección -UNP- y a todas las instituciones del Estado. Sin embargo, la protección que recibió Rafael no era acorde al riesgo que tenía. 


Él y otras instituciones presionaron para que su esquema fuera reforzado. Sin embargo, entre la burocracia, la desarticulación y en algunas ocasiones el desprecio Rafael fue testigo de un mecanismo inoperante y politizado. En una de las respuestas, insultantes, que recibió por parte de la UNP, que en esa entonces era dirigida por Alfonso Campo Martínez, le explicaron que la Unidad no podía atender casos cuando se trata de riesgos imaginarios.  


Después de las amenazas que recibió en junio de 2022 la UNP le respondió que harían un nuevo estudio de riesgo pero que podría tomar hasta 120 días, para determinar si debían incrementarle las medidas. Antes de que ese estudio estuviera listo, Rafael fue asesinado. 


A Rafael no le creyeron, no le querían creer, no lo protegieron y lo mató una alianza entre el poder político y el poder criminal de la región. 

 

Rafael era un periodista ciudadano. Sin ningún capital económico montó un canal en redes sociales para hacer denuncias. Hablaba con la misma indignación que se expresan las personas que son testigos de como se roban los recursos públicos. Un periodista que les decía con indignación: “Entreguen la obra a Puerto Libertador y Rafael Moreno deja de joderlos”, como lo hizo en un video hablando sobre el Estadio La Eternidad, una obra que costó miles de millones de pesos y que estaba completamente paralizada. 

 

El poder político de Montelíbano y Puerto Libertador se encargo de ponerle etiquetas a Rafael: que era amarillista, que él los estaba extorsionando por pauta, que eso no era periodismo, que era vulgar y que él no era periodista. La estrategia de quienes se sentían afectados por las denuncias de Rafael era convertir al mensajero en el mensaje. Era desacreditarlo, estigmatizarlo, acusarlo. Era su manera de poner en riesgo al periodista. La misma fórmula en Córdoba, en Colombia o en cualquier otro país de América Latina. Al poder político no le sirve el periodismo y lo buscan modificar para que sea lo más parecido a la propaganda.


Rafael Moreno es el primer periodista asesinado este año en Colombia por razones de oficio. Es el caso número 28 en América Latina, cifra que representa a la mitad de los periodistas asesinados en todo el mundo, que es de 57. El 2022 es el año con mayor número de periodistas asesinados en América Latina en los últimos 30 años. Este momento trágico ocurre bajo la indiferencia y el desprecio de Presidentes y de las principales figuras políticas que siguen alimentando la retórica violenta contra los periodistas que ocupa un lugar central en el discurso de varios caudillos en la región. 

 

Los periodistas locales en Colombia necesitan un cambio en el mecanismo de protección, tienen que tener las garantías que actualmente no les ofrece el mecanismo. Pero sobre todo, el periodismo nacional necesita un gobierno comprometido con el apoyo y respeto por su trabajo. De lo contrario, los años más violentos que ya ha vivido la prensa colombiana, volverán. 


Por Jonathan Bock: Los Danieles.

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