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El policía cartagenero fue hallado sin vida en la estación. Versión oficial habla de suicidio, su familia no cree

Flower Castillo Ávila creció entre los barrios Nelson Mandela y Torices, en Cartagena. En esas calles construyó su sueño de ser policía y con esfuerzo lo logró, convirtiéndose en subintendente de la Policía Nacional. Durante casi dos décadas sirvió con disciplina en diferentes regiones del país, incluyendo Bogotá, San Juan (Bolívar), Sincelejo y, desde enero pasado, en Soacha, Cundinamarca. Allí prestaba sus servicios en una estación donde también residía.


“No fue la Policía la que nos avisó. Fue mi cuñada quien nos llamó para contarnos lo que supuestamente pasó. Nos fuimos de inmediato para el Comando de Manga, pero allá nadie nos explicó nada. Nadie le decía a mi mamá qué había sucedido”, Carolina Castillo, hermana del subintendente. 


El testimonio de Carolina es desgarrador. Cuenta que una psicóloga de la institución les habló brevemente, pidiéndoles calma y paciencia mientras avanzaban las investigaciones. “Solo nos dijo que esperáramos, que supuestamente fue un suicidio, pero nosotros no creemos eso. Mi hermano no daba señales de tener pensamientos suicidas. Queremos saber qué pasó realmente”, agregó.


Carolina recuerda con claridad que habló con Flower menos de una hora antes del suceso. “Hablamos a las 2:40 p. m. y todo fue normal. Estaba tranquilo, no se despidió, no dijo nada extraño. Como siempre”, sostuvo. Según ella, el hecho ocurrió hacia las 3:30 p. m.


Además, afirma que su hermano estaba animado por un viaje próximo a Sincelejo, donde viven su esposa –también policía– y sus dos hijos. Ya había comprado tiquetes para visitarlos. “Él estaba feliz con ese viaje, quería ver a sus hijos, era su mayor alegría”, recalcó Carolina.


La familia asegura que Flower no tenía antecedentes de depresión, pero sí les había contado de situaciones que venía enfrentando en su lugar de trabajo. Según Carolina, su hermano se sentía discriminado. “Nos decía que en esa estación todos eran bogotanos, blancos, y lo trataban mal por ser costeño y por su color de piel. Lo hacían sentir menos. Esperaba con ilusión que lo trasladaran nuevamente”, dijo.

Sobre el traslado que lo llevó a Soacha a principios de este año, Carolina también expresó incertidumbre. “Él nunca entendió por qué lo enviaron para allá. Lo sacaron de un sitio donde estaba cumpliendo bien su trabajo. Era disciplinado, estaba en el grupo de inteligencia, tenía experiencia y era responsable”, insistió.


La angustia de la familia se agrava por la falta de acompañamiento institucional. Denuncian que la Policía Nacional no les ha brindado apoyo psicológico ni información clara sobre el traslado del cuerpo del subintendente. “No sabemos en qué morgue está, ni cuándo llegará a Cartagena, ni dónde será sepultado. Nadie nos responde. Ni en el Comando local ni desde Cundinamarca”, reclamó Carolina.

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