El joven de 24 años, contrajo una bacteria por las precarias condiciones del lugar. Hoy enfrenta una dura recuperación, solo y sin apoyo suficiente del Estado |
El joven fue capturado por el Servicio de Control de Inmigración y Aduanas (ICE) en febrero de este año y trasladado a un centro de detención con condiciones sanitarias críticas. Desde el primer día, Valencia pidió atención médica al empezar a sentirse mal, pero sus solicitudes fueron ignoradas. “Comía sobras de los policías, me bañé solo una vez y dormía en una cama oxidada. Yo pedí ayuda, pero no me escucharon”, relató a Blu Radio.
Diez días después, se desmayó en su celda. Cuando fue trasladado al hospital, los médicos encontraron que la infección ya se había propagado por sus extremidades. “La bacteria entró por los pies y las manos. Se come el tejido, y la única forma de detenerla es amputando”, explicó.
Estuvo más de un mes en coma inducido y, al despertar, se encontró sin varias partes de su cuerpo. Ahora permanece internado en un hospital, en silla de ruedas, en un proceso de recuperación que requiere prótesis, fisioterapia y atención especializada.
Su madre y su hermana intentaron obtener visa para viajar desde Colombia, pero les fue negada. La familia, además, atraviesa serias dificultades económicas para costear los gastos médicos. Aunque el consulado colombiano ha estado en contacto, Álex asegura que el apoyo ha sido insuficiente y clama por ayuda del Gobierno y de personas solidarias.
El caso de Álex Valencia ha encendido las alarmas sobre el trato que reciben los migrantes en centros de detención estadounidenses, especialmente bajo la actual administración, que ha endurecido las condiciones y reducido la supervisión de estos espacios.
“No pensé que esto me fuera a pasar, pero ahora me toca seguir adelante. Esto me hizo más fuerte”, concluyó Valencia, desde su habitación de hospital, con la esperanza de volver a levantarse —literal y emocionalmente— con el apoyo de quienes lo escuchen esta vez.
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