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Un nuevo reconocimiento
por parte de la prestigiosa Universidad de Harvard, Estados Unidos, donde labora como docente y médico, recibió el destacado galeno Javier Romero Ogaza, oriundo de Montería y residente en Boston.


Se trata del Premio ‘Ernesto González’, obtenido por el servicio prestado a la comunidad latina a través de la Fundación Neacol, encargada de beneficiar en la región a niños de familias de escasos recursos.     


Además de la reconocida universidad norteamericana, el premio contó con el apoyo del hospital general de Massachusetts, donde Romero Ogaza se desempeña como director del departamento de neurorradiología.


“Esto ha sido asombroso, y creo que yo me he beneficiado más, en el sentido de la gratificación que se siente al poder ayudar a un ser humano, cuando se ha podido estar en un país donde hay muchas oportunidades y tratar de que la juventud en Colombia pueda tenerlas, obviamente no de la misma manera que lo haría un Estado,  pero se hace algo con todo el corazón”, expresó el médico cordobés en diálogo con EL HERALDO.


Confiesa que a pesar de la distancia trata de viajar a Colombia por las campañas sociales que realiza entre comunidades vulnerables, pero también para regresar a su tierra a compartir con su familia y escuchar un buen porro.


 Ayuda a población vulnerable


Romero Ogaza, de 51 años, ha dedicado más de dos décadas al estudio científico del cerebro.


“Precisamente hay muchos estudios que indican que la gratificación genera estimulaciones cerebrales, lo que activa un circuito de dopamina que produce euforia. Eso sí se ha podido comprobar en muchos estudios fisiológicos cerebrales”, explica.


En 2015 el científico cordobés también había sido objeto de reconocimiento por Harvard, como el mejor docente de esa universidad.


“También hay un deseo y una obligación con Colombia de poder ayudar en lo que pueda, a pesar de que uno se fue del país, pero quiere retornar ciertos beneficios que obtuvo, por eso fue que hace cinco años con un grupo excelentes de personas fundamos aquí en Boston una asociación que se llama Neacol. Yo quiero resaltar ese hecho porque a pesar de que se trata de un premio individual realmente es un logro de muchas personas con las que hemos podido impactar en la vida de 11 mil niños”.


Si bien mediante la atención de pacientes afectados por derrame cerebral se conocen historias que son de vida o muerte, en la labor filantrópica de la fundación este monteriano también ha experimentado el milagro de ayudar a salvar una vida.


“Quizá uno de los impactos más grandes que he visto es un niño del barrio El Pozón, de Cartagena, un muchacho talentoso con el violín, con una chispa que uno ve en todas las esquinas de Colombia, especialmente de la Costa Caribe, una inteligencia no explotada”, manifiesta.


Romero narró además que con la ayuda de la fundación ese muchacho estuvo en Boston y pudo interpretar su instrumento ante el director de la Sinfónica de Berlín, quien se impresionó  con el talento del muchacho.


“Fue algo muy importante, porque me di cuenta de que el talento de los colombianos puede ser manejado de una mejor manera, y nos toca a nosotros mismos, a los colombianos, promocionar ese talento. Hoy en día este joven se puede sostener económicamente gracias a la música, a pesar de ser proveniente de un barrio azotado por la violencia”, sostuvo.


La tarea social

Los más de 11 mil niños beneficiados están distribuidos en diferentes ciudades del país como Bogotá, Medellín,  Montelíbano, en el sur de Córdoba, entre otros.


“Realmente es una gama de proyectos, tenemos el fomento de valores a través del fútbol, desayunos para madres solteras que han sido desplazadas por la violencia, alimentos para las familias en medio de la pandemia, entre diferentes actividades”, agrega.


Cada año desde el 2000, el Massachusetts General Hospital viene celebrando el MGH Latino Heritage Month and the Ernesto González Award, una celebración coordinada por un grupo de empleados voluntarios conocidos como el Comité de Iniciativas Latinas.


El propósito de esta celebración es reconocer las contribuciones de todos los empleados latinos del MGH.


“Este galardón me tomó por sorpresa, es un trabajo de grupo, somos muchos los que estamos haciendo esta ayuda a nuestra juventud en Colombia, ayudando a nuestra comunidad latina local”, señala.


 Si bien Romero Ogaza ha sido destacado por su vocación médica, asegura que su mayor inspiración ha sido la labor voluntaria en la Liga de la Lucha Contra el Cáncer de su señora madre, Zoila Ogaza, donde no ha fallado en un solo turno durante más de 30 años.


Romero Ogaza explica que su padre, Manuel Romero, fallecido, fue ganadero y vivió un tiempo en Estados Unidos.


“Mi vocación la adquirí por medio de un tío que sí fue médico, Luis Enrique Ogaza, y muchos ejemplos aledaños a mi familia, pero mi mayor motivación en vocación y filantropía realmente viene de mi madre, Zoila Ogaza de Romero, ver esta dedicación y consagración en la Liga contra el Cáncer me dio a mi realmente el impulso para poder ayudar a nuestros congéneres”.


El reconocido neurorradiólogo estudió primaria y bachillerato en el colegio La Salle, de Montería; posteriormente viajó a Bogotá a estudiar medicina en la Universidad del Bosque. Allí aplicó a una especialización en Neurología en la Fundación Santa Fe, y cuatro años más tarde fue a Estados Unidos a estudiar en la Universidad de Harvard.


Nada fácil


Reconoce que al principio no fue fácil.


“Llevo 21 años viviendo en Estados Unidos, como todo inmigrante es difícil sobresalir y hay que demostrar mucho trabajo, mucho interés, perfeccionar el idioma, porque yo sabía inglés cuando vine, pero había que perfeccionar mucha tramitología técnica y abrirse campo, se requiere de mucha disciplina y de mucho empuje. Es algo difícil, pero es algo que trae enseñanzas hermosas”, asegura.


Actualmente el destacado cordobés reside en Boston, junto a su esposa, la bogotana Jenny Rodríguez, y sus hijos Jaime y Sebastián.


“A pesar de los años recuerdo muchas cosas de mi tierra. Incluso tengo una anécdota  con la canción María Barilla, en porro, un símbolo del ímpetu, de nuestra vida, de nuestra alegría. La escuché en la radio, hablaban del Festival de San Pelayo, de verdad que me conmovió escuchar esas notas, con un frío inmenso acá en Boston, fue bastante emocionante”, reflexiona.


Técnica y tecnología en su labor

En su ejercicio profesional se dedica al estudio de las imágenes del cerebro, la columna e investigar acerca del derrame cerebral.


“Muchas de estas tecnologías hay que llevarlas a países de Latinoamérica. Hemos podido predecir algo que antes no se podía, que es cuando un paciente va a requerir cirugía luego de una hemorragia cerebral y tenemos un nuevo avance en resonancia, donde miramos el proceso inflamatorio a nivel cerebral, que antes no se podía ver debido a la pobre resolución y hemos desarrollado esta técnica, por lo que tratamos de llevarla a Latinoamérica”, expresó.


Su más reciente trabajo de investigación, y destacado por el mundo de la ciencia médica, lo denominó Spot Sign, signo radiológico de ayuda a pacientes con derrame cerebral.


“Difundir este tipo de tecnología a la gran mayoría de personas en el mundo ha sido nuestro lema y hemos tenido éxito en ese sentido con estudios en Colombia, Brasil, y México”, puntualizó.

El doctor Javier Romero en un curso de ciencias en el barrio La Granja, sur de Montería.



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