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La imagen más reciente de Dairo Antonio Úsuga, máximo cabecilla del Clan del Golfo, da cuenta de lo cerca que ha estado la fuerza pública de dar con el escurridizo narcotraficante más buscado del país. 



SEMANA obtuvo en exclusiva detalles de la operación Agamenón, una fuerza conjunta de Policía y Ejército compuesta por más de 1.000 hombres que tiene como objetivo la cacería de este poderoso delincuente.



En los documentos de inteligencia se ven lujosas propiedades, testaferros, videos, operaciones encubiertas y todo su esquema de tráfico de drogas, armas y lavado de activos, que desnudan el actuar delictivo de este poderoso criminal y su organización. Las fotos son recientes y lo muestran en una lancha Johnson de color verde, con franjas amarilla y blanca, de las que serpentean los ríos sin generar sospechas.



Otoniel viaja en la parte trasera de la lancha, vestido con chaqueta negra y su habitual gorra. Lo acompañan dos hombres que sostienen fusiles de alta precisión. Uno de ellos lleva un poncho que lo hace parecer un lugareño; su compañero, por el contrario, tiene una camiseta verde militar. No pasa desapercibido un perro negro, que siempre lo acompaña. Este detalle no es menor, Otoniel los usa para identificar la presencia de otras personas, el paso reciente de tropas y posibles emboscadas.



La foto fue tomada entre los ríos Verde y Esmeralda, en la manigua del Nudo de Paramillo, en un complejo hidrográfico con decenas de ríos entre los que se mueve Otoniel. Es un conocedor de la zona y de la guerra. Así lo dijo al momento de su captura el extraditado narcotraficante Daniel ‘el Loco’ Barrera, que lo describió como un “animal de monte, por su nivel de crueldad, destreza y experiencia en el campo militar”.



Justamente, el viernes de esta semana la Policía capturó a un objetivo de alto valor. El anuncio fue hecho por el presidente Iván Duque, que en su cuenta de Twitter informó la neutralización Jáder Benítez Pantoja, alias Poliéster, quien tenía más de 150 hombres a su mando.



El director de la Policía, general Jorge Luis Vargas, quien ha liderado la operación Agamenón, dijo que “la neutralización de alias Poliéster en Chocó es uno de muchos resultados contra el Clan del Golfo. No hay operación pequeña y menos cuando se trata de estos cabecillas de subestructura; son los articuladores de la criminalidad en las regiones. Por eso, cada paso debilita el andamiaje de alias Otoniel. Ese es nuestro objetivo hasta encontrarlo”.



No han sido pocos los intentos de las Fuerzas Militares y de Policía por dar con Otoniel y le han venido cerrando el cerco. Desde 2015, con la operación Jacob, le seguían los pasos en las veredas Yoki y Cienaguita, en el municipio de Necoclí (Antioquia), ante la presión tuvo que coger camino hacia Tierralta (Córdoba). Para 2018, la operación Salomón lo obligó a refugiarse en la zona del río Verde.



En 2020, un miembro del anillo de seguridad de Otoniel dijo que estaba ubicado en el sur del río Sinú. Al darse cuenta del acoso de las autoridades ya no tiene un sitio fijo. Otoniel se mueve entre Córdoba y el sur de Antioquia, una tupida región selvática en donde tiene más de 60 campamentos y casas rústicas. No pasa más de un día en el mismo lugar.




Los informes de inteligencia revelan que su primer anillo de seguridad está compuesto por ocho hombres, varios de ellos lo han acompañado desde sus inicios en esta carrera criminal de más de 34 años cuando empezó en el EPL. Las normas son claras: no pueden usar celulares o dispositivos electrónicos, tener uno de esos aparatos les cuesta la vida. Antes de cualquier reunión les hace cambiar la ropa y botarla, su temor es ser localizado por GPS, como ha ocurrido con otros capos.



El máximo jefe del Clan del Golfo se vale de lo que sea para no caer, incluso apela a la brujería. Lo visitan hechiceras y chamanes con quienes hace rituales, carga amuletos y “cinturones de protección”, como también lo hacen sus hombres de confianza. A Alias Gavilán, cuando cayó en 2017, le encontraron un par de garras disecadas que, aseguran los informes de inteligencia, tenían como finalidad que no fuera encontrado.



Cadenas macizas, pistolas engalladas con cañones de oro, cristos y caballos con incrustaciones de diamantes y esmeraldas. Marihuano fácilmente cargaba encima alhajas que valían más de 700 millones de pesos.




De su segundo anillo de seguridad hacen parte 60 hombres fuertemente armados y con esquemas de comunicaciones. Pero su tropa es más robusta, las autoridades dan cuenta de un aparato criminal compuesto por cuatro estructuras, 21 subestructuras y tres comisiones. En total, se habla de 1.460 hombres en armas y 1.800 de la red urbana.



Otoniel no improvisa. Así como se mueve entre los ríos de la región, por tierra sus desplazamientos siempre los hace en mula o caminando, nunca usa vías, tampoco se monta en camionetas, sus movimientos los hace cruzando por los caminos de herradura en el Nudo de Paramillo.



SEMANA revela en exclusiva el último video del máximo cabecilla del Clan del Golfo tomado hace unas semanas. El primero en aparecer es uno de sus hombres de confianza, quien está vestido con camiseta azul y botas de caucho. Camina despacio, se detiene y revisa entre los matorrales. Segundos después aparece otro, también tiene botas de caucho, pantalón azul, un machete en la cintura; la camiseta es verde y lleva un morral de color rojo. El último es un hombre con pantalón claro y camisa de cuadros que cruza por un puente hechizo camuflado en la maleza.




No pueden faltar los perros, en este caso son tres. Minutos después aparece el temido Otoniel, quien más parece un campesino. Montado en una mula café, vestido de jean, botas de caucho, una chaqueta oscura y poncho encima, avanza a paso cansino. El equipaje es el mismo: un morral que lleva terciado en la espalda.



En poder de SEMANA también está el video más reciente grabado por el poderoso capo. Aparece entre los árboles, se ve subido de peso y con su habitual gorra negra. Expresa sus preocupaciones, la primera tiene que ver con el manejo de los miles de millones producto del narcotráfico, “hay que cuadrar lo de las finanzas, me preocupa bastante, eso ha estado duro, hay que meterle”, dice.



Habla también de la necesidad de poner una persona al mando de la zona del Pacífico, “hay que mirar quien va a quedar responsable de ese bloque Pacífico, si usted o Javier (...), él tiene cosas buenas, pero para mover tropa como que a veces se entotuma. De finanzas sabe, pero en cosas de tropa lo veo embolatado”.



Otoniel habla del nombramiento de un nuevo miembro en su cúpula criminal. “Ya en estos días nos toca mirar cuál es el otro hombre que entra al estado mayor como suplente. Yo le había dicho a la ‘sangre mía menor’ que está encargado del archivo general de todo, que hay que ir cuadrando cosas, que hablara con usted y con Herrero, no muchas personas porque se calienta demasiado. Ese marica sabe mucho de eso, ese no es huevón, desde que estaba el difunto Giovanni mantenía metido en esa vuelta”.



El denominado estado mayor del Clan del Golfo estaría compuesto, según los documentos en poder de SEMANA, por Otoniel a la cabeza; Jobanis de Jesús Ávila, alias Chiquito Malo; Wilmer Antonio Giraldo, alias Siopas, y Gonzalo Enrique Miranda, alias Gonzalito. El nuevo miembro que busca Otoniel sería el reemplazo de Nelson Darío Hurtado, alias Marihuano, abatido hace unas semanas (ver organigrama).




En los cientos de folios de inteligencia en poder de SEMANA se habla de una guerra interna. “Debido a la ausencia de coordinadores en el clan, y la incapacidad de Otoniel para controlar la estructura, sus mandos medios e integrantes empezaron a apropiarse de dineros, armas, rutas, bienes y cargamentos de droga”.



En otro aparte de los informes confidenciales se refieren a la capacidad armada de Otoniel, “no ha logrado encontrar mandos medios que asuman los roles de los cabecillas neutralizados, temen convertirse en objetivos para Agamenón”.



“Las más de 1.536 operaciones de asalto realizadas sobre los núcleos del clan han cambiado su dinámica funcional y criminal, conllevando a un desplazamiento de lo urbano a lo rural, a partir de la eliminación de las ‘zonas de confort’ que los cabecillas solían tener en las cabeceras municipales”, contrario a lo que sucede con Otoniel, quien, de los 34 años que lleva delinquiendo, pocas veces ha salido de la selva, una de esas cuando se desmovilizó con los paramilitares, pero rápidamente volvió a sus andanzas.



Los golpes a la cúpula de la estructura del Clan del Golfo en los últimos meses han sido duros y continuos. Fue abatido en combate Nelson Darío Hurtado, alias Marihuano, quien manejaba la red de tráfico desde Santa Marta y La Guajira hacia Europa, Asia y Centroamérica. Fue capturada con fines de extradición su hermana, Nini Johana Úsuga, alias la Negra, quien manejaba la estructura financiera y era la encargada del lavado de dólares.



En la zona de Urabá capturaron, en operaciones distintas, a Juan Camilo Goes, alias Dimax, encargado del envío de droga a Centroamérica y de coordinar el negocio de microtráfico en Medellín y el Valle de Aburrá; y a Jorge Eliécer Castaño, alias Plástico, quien organizaba el despacho de lanchas y el embalaje de droga hacia Panamá, y de ahí a México y Estados Unidos. Para las autoridades, es claro que con el Clan del Golfo pasa lo mismo que con las culebras, no importa cuántos golpes le den, si no cae la cabeza sigue viva. Por eso la prioridad es llegar hasta Otoniel, quien, en medio de la persecución, se ha atrevido a contraatacar.



Los archivos de inteligencia dan cuenta de la retaliación del Clan del Golfo por los golpes que le han propinado. Implementaron un “plan pistola” con actos de sicariato y en algunos casos el lanzamiento de artefactos explosivos, los cabecillas de Otoniel, en zonas como Urabá, Antioquia, Córdoba y Chocó, ofrecen entre 2 y 10 millones de pesos por estas acciones.



Para las autoridades es claro que se trata de una organización armada con alta capacidad de daño. Por eso, el balance para la fuerza pública resulta luctuoso. En diez años, el Clan del Golfo ha realizado más de 300 acciones que han ocasionado la muerte de 83 policías y 24 militares.



Una de las prioridades de las autoridades es debilitar el aparato narcotraficante que tiene montado, cuya principal plataforma está en la región de Urabá, usando puestos clandestinos en Necoclí, San Juan de Urabá, Acandí y Turbo, con conexiones en Centroamérica y Europa. Han sido identificadas varias rutas (ver gráfico).




Para montar la red de tráfico, Otoniel ha establecido alianzas internacionales en Panamá, México, República Dominicana y Bélgica. El dosier al que tuvo acceso SEMANA da cuenta de negociaciones con emisarios de carteles mexicanos; la mafia calabresa y siciliana, en Italia; y redes narcotraficantes de los Balcanes.



No obstante, la operación Agamenón ha logrado la incautación de 415 toneladas de cocaína, esto ha golpeado las finanzas de la organización en cerca de 2.000 millones de dólares (más de 6 billones de pesos), de acuerdo con el costo de la droga en Estados Unidos y Europa.



El general Jorge Luis Vargas afirma que “el Clan del Golfo es promotor de crímenes contra líderes sociales, excombatientes, desplazamientos, reclutamiento ilícito de menores y todos los delitos asociados a la cadena del narcotráfico. Por eso, para la Policía enfrentar sin descanso a ese grupo es una máxima prioridad”. Las autoridades tienen en la mira a Otoniel, ha sido grabado a pocos metros de distancia, conocen sus movimientos, así como también tienen claro que no es un hombre fácil de atrapar. Su disciplina militar, el conocimiento de la zona donde se esconde y la colaboración de los lugareños hacen que esta sea una misión difícil.



No se trata de un bandido de poca monta, al jefe del Clan del Golfo se le cuentan las órdenes de captura por cientos. En total son 132 por delitos como narcotráfico, extorsión, homicidio, desplazamiento forzado, entre otros. También tiene circular roja de Interpol y, en caso de ser capturado con vida, seguramente su destino será una prisión en Estados Unidos. 



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