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Han transcurrido 26 días desde que a Ana Isabel Sierra Ballesteros le avisaron (el 12 de marzo del presente año) que el cuerpo sin vida de su hijo Nicolás Andrés Sierra Ballesteros, de 21 años, había sido encontrado en estado de descomposición dentro de la Base de Entrenamientos de la Infantería de Marina de Coveñas. 


Este joven, nacido en el corregimiento de El Rodeo, Lorica, se presentó como bachiller voluntario hacía ocho meses a la mencionada institución militar, y la duración del servicio era de 12 meses, es decir, que solo le faltaban cuatro para salir. 


La desaparición

Nicolás, el mayor de dos hermanos, se encontraba desaparecido misteriosamente dentro de la base de entrenamientos y ni su comandante directo que era un capitán del departamento de Sanidad (se desconoce su identidad) ni el comandante de toda esa unidad militar sabían nada de esta novedad.  


Su cadáver fue encontrado en una azotea en inmediaciones de sanidad con evidentes señales de tortura y heridas hechas con cuchillo. El asesino lo atacó con tanta sevicia que le sacó las vísceras y la otra puñalada se la propinó en el pecho, además de un golpe en uno de sus ojos, según relató su madre. 


Ingreso accidentado 

Ana Isabel narró que “Nicolás Andrés al mes de haber ingresado a la Infantería de Marina se enfermó de las amígdalas y un enfermero (le habrían ocultado a ella su identidad) le aplicó una inyección que le afectó el nervio ciático, lo que le paralizó la pierna en la que le suministraron el fármaco. Eso lo incapacitó para seguir con las actividades propias del servicio militar y lo recluyeron en el área de sanidad donde realizaba algunas actividades administrativas”.  


La denunciante señaló que conocido el estado de salud de su hijo debido a la inyección mal puesta se dirigió a la base de Coveñas a pedir la historia clínica de él, pero al parecer se la negaron. 



“El capitán de sanidad me pidió un correo para mandarla. Di el de un sobrino mío, pero nunca enviaron nada”, enfatizó la progenitora. 


Aclaró que su hijo nunca le informó que sufriera de amenazas o tuviera conflictos con algún superior o compañero. 


Las cámaras de seguridad

Ana, quien fue vigilante de una empresa en Bogotá, al ingresar a la base de entrenamientos para hablar con el capitán de sanidad para buscar claridad sobre los hechos notó que esa área tiene una sola entrada y que hay cámaras de seguridad ubicadas estratégicamente, que son monitoreadas por personal de la misma institución. Sin embargo, el capitán, lo mismo que un coronel con el que habló le dijeron que esas cámaras estaban fuera de servicio, lo que a ella le pareció “muy raro”. La mujer cayó en cuenta de que en la oficina del capitán estaba un monitor que mostraba las imágenes de la base a través de las cámaras. 


No notaron su ausencia

“¿Cómo es posible que un infante que tiene que comer, asistir a formaciones todos los días, sus superiores no van notar su ausencia? Lo que me dijeron era que Nicolás Andrés se había evadido, cuando a él lo que le faltaban eran cuatro meses, ni recién ingresado pensó en eso, reflexionó la mujer.


No se sabe de la necropsia

El levantamiento del cadáver lo practicó la Unidad de Criminalística de la Sijín de Tolú, que luego lo trasladó a la morgue de Medicina Legal de Sincelejo, que hasta el cierre de esta edición no había entregado los resultados.

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