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| Pensé que era algo pasajero, que me cambiarían la fórmula de los lentes”, recuerda Yesica |
Perder la visión de un momento a otro cambió por completo la vida de Yesica Estrada Rodríguez, una mujer cartagenera de 32 años, madre y emprendedora, que hoy enfrenta con valentía una enfermedad rara conocida como Neuropatía Óptica Hereditaria de Leber (LHON).
“Comencé a ver borroso por un ojo y cuatro días después perdí claridad en el otro. Pensé que era algo pasajero, que me cambiarían la fórmula de los lentes”, recuerda Yesica, quien hasta hace poco trabajaba en ventas y llevaba una vida completamente activa.
El diagnóstico llegó tras varios meses de incertidumbre y estudios médicos. La enfermedad, que afecta el nervio óptico y puede causar ceguera en ambos ojos, no presenta dolor y tiene origen genético, transmitiéndose por vía materna.
“Fue un golpe muy duro. Entré en depresión, bajé de peso, se me caía el pelo del estrés… No entendía lo que estaba pasando”, relata con voz entrecortada. La pérdida de autonomía fue devastadora: necesitaba ayuda para realizar tareas cotidianas como vestirse, cuidar a su hijo o incluso cruzar la calle.
Su médico tratante, la doctora Mary Cabarcas, especialista en Neurooftalmología, le explicó que la LHON es una enfermedad ultra rara, con una prevalencia estimada de una persona por cada 50.000 habitantes. Aunque suele afectar más a hombres, las mujeres tienen una mejor posibilidad de recuperación gracias a la protección hormonal.
Pese a las dificultades para acceder a los medicamentos y mantener la continuidad del tratamiento, Yesica ha logrado estabilizar su condición. Hoy mantiene una actitud positiva y un estilo de vida saludable para evitar el avance de la enfermedad.
“Mi visión es muy borrosa; solo reconozco a las personas por la voz. Pero me mantengo optimista y agradecida. Saber qué tengo me dio tranquilidad”, afirma.
La especialista recomienda a los pacientes diagnosticados con LHON adoptar hábitos saludables que favorezcan la salud mitocondrial y reduzcan el riesgo de progresión:
Evitar el consumo de alcohol y tabaco, pues agravan el daño en el nervio óptico.
Mantener una alimentación balanceada, rica en antioxidantes, frutas y verduras.
Dormir bien y reducir los niveles de estrés.
Hacer ejercicio moderado con supervisión médica.
Consultar periódicamente a un neurooftalmólogo y realizar controles genéticos familiares.
Yesica hace un llamado a las personas para que no ignoren las señales de su cuerpo: “Cualquier cambio visual debe revisarse a tiempo. Detectar esta enfermedad temprano puede marcar la diferencia”.
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