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El Estado reconoció su inocencia y pidió perdón tras la injusta condena por el homicidio de Hernando Pizarro Leongómez, aunque la reparación total aún no se completa
Gustavo Sastoque pasó una década pagando por un crimen que no cometió. En 1995, fue vinculado al proceso penal por el homicidio de Hernando Pizarro Leongómez pese a no tener funciones operativas en el Cuerpo Técnico de Investigación (CTI). En ese momento, Sastoque solo estaba a cargo del archivo de la sección de criminalística y de la correspondencia de la Fiscalía.


El 8 de marzo de 1995, Sastoque fue detenido de manera arbitraria en lo que él describe como un montaje cuidadosamente planeado. Testigos del proceso revelaron que los verdaderos responsables, miembros de las Farc, habían seleccionado su foto de un álbum de funcionarios de la Fiscalía para incriminarlo, ofreciendo pagos a quienes declararon en su contra.


Durante su tiempo en prisión, Sastoque vio cómo sus sueños y proyectos quedaron en pausa, y sufrió graves consecuencias personales. La muerte de su madre, provocada por el impacto de su condena, marcó un capítulo trágico en su vida.


La inocencia de Sastoque solo fue reconocida años después, cuando desmovilizados de las Farc confesaron ser los autores del homicidio ante la Jurisdicción Especial para la Paz y la Corte Suprema de Justicia. A pesar de que el Estado le ofreció disculpas y recibió una indemnización de 500 millones de pesos, su reintegro laboral y la reparación plena aún no se concretan.


Sastoque afirma que, aunque se haya reconocido su inocencia, el daño causado es irreversible: “El perdón ya no sirve para nada. Mis sueños quedaron en el olvido, tengo problemas de salud y económicos, y todo por culpa de la justicia colombiana”.


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