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La actual realidad sanitaria
que afronta el país y el impacto que ésta ha tenido sobre la economía de millones de colombianos también se ha visto reflejada en los escenarios académicos. Miles de padres de familia no han podido matricular a sus hijos en colegios y universidades elevando preocupantemente la tasa de deserción.


Según cálculos de Ascun, Asociación Colombiana de Universidades, bajo la cual se agremian cerca de 81 instituciones de educación superior, se estima que el 20% de los jóvenes que egresaron del colegio no pudieron acceder o continuar con sus estudios universitarios debido a la insolvencia económica de sus hogares.


“El semestre inmediatamente anterior tuvimos una deserción de estudiantes antiguos cercana al 17%”, afirma Óscar Domínguez, director ejecutivo de Ascun, motivo por el cual son varias las instituciones de formación que emprendieron campañas e intentaron poner en marcha programas para apoyar la continuidad la formación de sus estudiantes, entre los que se cuentan becas, estímulos, y en algunos casos los planes de “matrícula cero”.


Desde Ascun también se muestran positivos frente al incremento del uso de los incentivos estudiantiles que ha venido anunciando el Gobierno Nacional a través de entidades como el Icetex.


Abogaron porque desde la administración Duque se implementen nuevos programas que propendan por el bienestar, la cualificación y formación de los estudiantes del país como futuros trabajadores y actores del sector productivo de Colombia.


“Es importante que el Gobierno mantenga las medidas que tomó el año anterior como consecuencia de los impactos de a pandemia”, señalando que aún es mucho lo que queda por hacer y llamando a que los gobiernos del orden local también se involucren al programa de estímulos para la continuidad de la formación académica en los distintos niveles.


En ciudades como Cali, la administración busca frenar los impactos de la deserción estudiantil a través de la implementación de programas como “Cali educa desde casa”. Sin embargo, el reto de la educación virtual supone grandes retos y requisitos, pues en un alto número se han visto obstaculizados por la falta de los dispositivos electrónicos o de servicios de internet suficientemente fuertes para poder responder a sus obligaciones escolares o atender a sus clases.


Padres de familia en algunos sectores han manifestado que, si la pandemia les ha derivado en mayores problemas para atender a la compra de alimentos o pago de arriendos, el problema es aún más grande si se suman los requisitos para que sus hijos puedan seguir contando con su formación escolar, ahora desde la virtualidad. No pueden comprar elementos de cómputo para que los niños puedan atender a las clases.


Para William Rodríguez, secretario de Educación de Cali, las alternativas más cercanas son abrir la posibilidad de que los colegios puedan prestar los computadores que tengan para que puedan ser usados por los niños, así como abrir la señal de internet de estos planteles.  A su vez, llaman a la ciudadanía a sumarse a la campaña “cliqueando y donando”, con el que esperan recoger algunos dispositivos que sirvan para aliviar las necesidades de un grupo de menores.


En Bucaramanga y el departamento de Santander, al problema de los padres, de no poder matricular a sus hijos o no contar con los medios digitales requeridos para la virtualidad se suma al miedo de volver a enviar a sus hijos a las aulas, ante el anuncio del modelo de la alternancia.


En Santander, al igual que en otras regiones del país, son muchos los padres que confiesan que sus hijos perdieron el año, pero advierten el rol que jugó en ello la falta de internet, pues en muchos casos, familias con varios hijos solo cuentan con el dispositivo o el celular de sus padres.


De los estudiantes de colegios privados, muchos han tenido que migrar a la educación pública, ya sea por la imposibilidad de pago o porque las instituciones de las que hacían parte quebraron.

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