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Con un emotivo discurso el expresidente y Nobel de Paz Juan Manuel Santos realizó un recuento con minuciosos de la barbarie ocurrida en medio del conflicto armado. Juan Manuel Santos llora en la Comisión de la Verdad y pide perdón por los Falsos Positivos.





Recordó cómo en los años 2002 al 2008  los miembros de la Fuerza Pública “violaron sus juramentos” ante la población colombiana “y se volvieron sus asesinos” y hoy  “aportan a la verdad sobre este horror para impedir que algo así ¡nunca, nunca! vuelva ocurrir como presión para generar bajas”.





Con lágrimas en los ojos y visiblemente afectado pidió perdón a las madres de los Falsos Positivos en Soacha y todo el país.





“Me queda el remordimiento y me queda el hondo pesar que durante mi ministerio muchas madres incluidas las de Soacha perdieron a sus hijos por esta practica tan despiadada. Unos jóvenes inocentes que hoy deberían estar vivos. Eso nunca, nunca ha debido pasar. Lo reconozco y les pido perdón a todas las madres y todas sus familias víctimas de este horror desde los más profundo de mi alma”.





En ese momento al final de su intervención se quebró el expresidente ante la audiencia que lo escuchaba.





Sobre la participación del expresidente Álvaro Uribe en estos hechos Santos fue enfático en afirmar que





“El presidente Uribe no se opuso ni me desautorizó ni recibí una contraorden nunca así como lo denunciamos. Esta es mi verdad, cómo la recuerdo y está respaldada por todos los documentos correspondientes y ser lo más objetivo posible”.





Resaltó que durante su gobierno se no se contaban  “el número de cadáveres sino número de desmovilizados”.





A partir de varios informes comenzó a informarse sobre el fenómeno de Falsos Positivos o “ejecuciones extrajudiciales” como  una forma de “guerra sucia” por “execrable práctica”  y “resultado de muertes de civiles sin conexión con el conflicto armado”.





Y explicó cómo empezó a recibir rumores sin evidencias de “personas venidas de fueras de las zonas que los asesinaban lejos de sus ciudades de origen y eran enterrados como NN para justificar la muerte de un combatiente y que se inhibiera la presión por producir bajar y producir semejante degradación del conflicto”.





De igual forma comenzó a pensar que estos rumores eran “malévolas acusaciones” y recordó su paso por las Fuerzas Militares y pensaba que eran “inventos y manipulaciones”.





Pero después empezó a ver la luz de la verdad al evidenciar la “presión sobre las fuerzas para producir bajas” que eran “indicadores más importantes y no me parecía tan descabellado porque estábamos en una guerra”.





Más adelante le abrió  los ojos el militar Álvaro Valencia Tovar en materia de Derechos Humanos y esta conversación con Valencia sería clave. “Me dijo que no considerara a las Farc como enemigos ni como adversarios sino que hay que derrotarlos. La palabra de odio es incompatible con el honor militar y los guerrilleros son “seres humanos, hijos de una sola nación y ese conflicto solo se acaba en una mesa de negociación”.





Valencia también le recordó la Doctrina Vietnam  del conteo de cadáveres que podría llevar el conflicto colombiano  “a niveles insospechados como ocurrió en Vietnam” y recibió información de fuentes creíbles como la ONU y la Cruz Roja sobre lo que estaba sucediendo en casos específicos.


“Esa macabra historia era cierta en “algunos casos”, afirmó.




Entre los primeros señalados estuvo el coronel Hernán Mejía del batallón La Popa en Valledupar quien se relevó del cargo acusado de “muertes en combate por fuera del marco legal, así como por sus vínculos con organizaciones al margen de la ley”.





En ese momento  contó que “salimos de la negación y nos enteramos que los paramilitares colaboraron con los militares y las denuncias comenzaron a crecer”.




Un papel importante tuvieron Carlos Franco y Sergio Jaramillo quienes detallaron cuáles eran las verdadera dimensiones del fenómeno y fue cuando tuvieron acompañamiento de la Fiscalía, la Procuraduría junto con la Oficina de las Naciones Unidas y la Cruz Roja.




También fue fundamental la participación del general Oscar Naranjo y el general Padilla quienes de forma confidencial indagaron sobre los homicidios 11 de abril y 4 de mayo de 2007 que se presentaron 99 casos. Se organizaron varias rondas que terminaron el 11 de agosto de 2008 con más 111 casos y con información para respaldar los hechos.







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