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Para llegar a Ciénaga de Oro, desde Montería, es necesario tomar un mototaxi o una buseta que lo lleve hasta la calle 41 con carrera 4, en el centro de la ciudad.


Allí lo espera un grupo de taxis, la mayoría automóviles particulares que se encargan de transportar pasajeros y encomiendas.


Generalmente el servicio es utilizado por asalariados, por personas que llegan a Montería para cumplir con una cita médica especializada, personas que visitan a algún familiar, o simplemente personas que llegan a la ciudad en busca de la oferta comercial.


Por este mismo sector se toman los buses de servicio público hacia diferentes barrios de Montería y también hacia el vecino municipio de Cereté, por lo que es normal que los pasajeros, con destinos hacia una u otra localidad, confluyan en conversaciones triviales para mitigar la espera de la ruta o para soportar el tiempo que tarda en llenarse el cupo de cuatro pasajeros a Ciénaga de Oro, lo que puede tomar 10 y 20 minutos en horas pico; y 30, e incluso 60 minutos por turno, en horas valle.


Las conversaciones son comunes y subjetivas, pero siempre sazonadas con un particular asombro, ya sea por la hora, lo rápido que avanzan los días en el calendario, el caluroso clima, hasta lo costosa que está la canasta familiar.


Otros pasajeros se entretienen con la pantalla de su celular; todo mientras los choferes pregonan la ruta e invitan a cuanto ciudadano pasa por la zona para viajar a Ciénaga de Oro.


Cumplido el tiempo, inicia el recorrido de aproximadamente 37 kilómetros hacia el norte, hasta que la llegada es advertida por una cadena de cerros que se abren paso para mostrar las extensas planicies sembradas en maíz o algodón, dependiendo la fecha del año.


A falta de una terminal de transportes, la ruta finaliza en una esquina dentro del casco urbano del municipio, donde al detenerse el carro cada pasajero paga los $10 mil pesos del pasaje y luego se dispersan por entre las calles de angostos andenes y de losas viales gastadas por el tiempo, por la falta de mantenimiento, o por el uso de materiales de baja calidad.


El municipio se caracteriza por sus fervientes fiestas religiosas, la producción del casabe de yuca, y ahora por ser la cuna del presidente Gustavo Francisco Petro Urrego, el primer cordobés en ser elegido de manera popular para tomar asiento en la Casa de Nariño.


 Desde su fundación como municipio, hace 246 años, algunas cosas han cambiado en Ciénaga de Oro, como las fachadas de las casas, que antes eran de palma y bahareque, y el modo de vida que ahora es más afanado, como con aires de ciudad. Sin embargo, otras cosas siguen a la espera de un cambio desde sus cimientos, como por ejemplo el servicio de agua potable que llega unas cuantas veces a la semana, mientras que en las zonas más apartadas los ciudadanos aún se abastecen por medio de pozos profundos.


En esa Ciénaga de Oro del pasado, la noche del 19 de abril de 1960, las vacaciones del profesor Gustavo Petro Sierra, y de su esposa, Clara Nubia Urrego, fueron interrumpidas por los dolores de parto que anunciaban la llegada de un nuevo miembro de la familia, conformada generalmente por profesores, abogados y algunos criadores de ganado.


Si bien en la actualidad cada visita del presidente Petro Urrego es motivo de multitudinarias comitivas que se acercan a recibirlo en busca de un saludo o de una gestión política, aquella noche de su nacimiento solamente fue recibido por los brazos de María Montes, una reconocida partera del pueblo.


 Por fortuna para doña Clara, que pujaba a rabiar en una de las habitaciones de la vieja casa, María Montes residía justo al frente, por lo que solo fue necesario cruzar la carretera y atender el nacimiento.


La partera vivió hasta hace algunas décadas, quizás ahora hace lobby para recibir en el más allá a los que en su momento asistió en su llegada terrenal.


 Fue poco el tiempo que el recién nacido vivió en Ciénaga de Oro, pues al poco tiempo su padre fue nombrado como docente en Zipaquirá y allí comenzó un constante devenir en la vida de la familia entre la costa y la montaña, un ritmo que marcó el carácter de quien desde este domingo será el presidente de Colombia, para convertirlo en un hombre de ‘allá y de acá’.


“Cuando venían a visitarnos a Ciénaga de Oro, nosotros decíamos para reírnos: llegaron los cachacos, pero cuando ellos estaban en Bogotá, les decían que eran costeños, es algo que Gustavo siempre comentaba, porque los de allá decían que él era de acá, y los de acá decían que era de allá”, comentó Tatiana Petro, prima del presidente.


Tatiana explica que en la vieja casa en la que nació Gustavo Petro, en el barrio Los Ángeles, en Ciénaga de Oro, vivían los abuelos  Francisca Sierra, ‘Pacha’, y Oswaldo Petro, ‘Pacho’, ambos fallecidos, de cuya unión nacieron ocho hijos y brotaron 34 nietos.


La casa de bahareque fue reemplazada por una edificación de tres plantas, donde precisamente en la pasada campaña presidencial funcionó el comando político del Pacto.


 “Esa era la casa donde se congregaban todos los familiares, en Semana Santa y en las vacaciones de diciembre y mitad de año”, dice.


“Cuando Gustavo venía de vacaciones uno de sus mejores pasatiempos era comer. Como generalmente llegaba en Semana Santa y navidades, entonces comía gallina, pescado, huevos criollos, bagres, y también se iba para la finca de un tío de nosotros en Laguneta, allá hizo amistad con el maestro Miguel Emiro Naranjo, director de la banda 19 de Marzo, que es la que va a tocar en la posesión, porque el porro es uno de sus sonidos predilectos”, sostiene.


La familia Petro es descendiente de un italiano de nombre Francisco Petro, quien se instaló en Córdoba tras llegar de Europa y cuya prole se dispersó por los municipios de San Pelayo, Cereté y Ciénaga de Oro.


Si bien en la familia había prolíficos abogados, criadores de toros de lidia, profesores e incluso hasta artistas, como el músico Noel Petro, también hubo un tío que se arriesgó a la política, pero no le alcanzaron los votos para la Gobernación de Córdoba.


“Con mi tío Álvaro Petro, Gustavo llegó a tener una relación muy cercana, especialmente por su conocimiento del derecho, la filosofía, y su defensa de personas procesadas por protestar. Son los únicos dos miembros de la familia que han incursionado en política. Lástima que mi tío Álvaro no pudo llegar a ser gobernador, porque hubiese sido un buen mandatario”, dice.


Si bien en su juventud Gustavo Petro jugaba y charlaba con los demás jóvenes, solía ser diferente en el aspecto de que era amante de la lectura y de los momentos de reflexión.


“Él jugaba un rato, pero luego se ponía a leer o se iba a dar un paseo en canoa por el Caño de Aguas Prietas. Hoy por ese caño no se puede navegar mucho porque ya hay mucha contaminación”, explica.


Más que por una parla chicanera, en las fiestas lograba la atracción de las muchachas por ser un foráneo, ‘el primo cachaco’.


“Era bastante bailador, iba a las fiestas, entonces las ‘pelaitas’ estaban siempre expectantes porque les decían a ellos los cachaquitos, eran la sensación, a las peladas les gustaban los visitantes”, sostiene.


 Miguel Palomino Cantillo, médico veterinario desde hace 25 años, y militante de los partidos de izquierda en el municipio de Ciénaga de Oro, conoció a Gustavo Petro desde la década de los 80 cuando compartían las cervezas y los mismos sueños de solucionar los problemas de Colombia.


“Creemos que Gustavo Petro será una figura nacional con influencia internacional para brindar soluciones frente a temas que son de preocupación global como el cambio climático, la crisis económica mundial, inflación y desabastecimiento, y a él le toca responder a eso, tenemos una crisis humanitaria con 22 millones de personas en la pobreza”, dijo Palomino.


Asimismo, Jesús Antonio Espitia Pantoja, administrador de empresas, 50 años, reconoce que aunque no es amigo de Gustavo Petro sí es amigo de sus ideales.


“Tengo muchas expectativas de que ese fervor social se traduzca en nuestras localidades, queremos que el Pacto Histórico y la Colombia Humana nos ayuden a empoderarnos en las regiones, a nosotros los líderes de cada región que llevemos esas propuestas a cada barrio, a cada vereda, a cada corregimiento”, dice.


Agrega que “para Ciénaga de Oro tenemos una serie de peticiones para lograr una transformación, por ejemplo el acueducto y el alcantarillado, y que tenga una red de desagüe pluvial, porque estamos rodeados de cerros y cuando llueve baja mucho lodo, lo que afea nuestras calles, daña el pavimento”.


Por su parte, Carlos Sáenz, ingeniero civil, indicó entre sus expectativas que espera que se recupere el Caño de Aguas Prietas y que se mejore el servicio de agua potable.


“Esperamos la recuperación del caño, porque es algo que el presidente electo Gustavo Petro ha mencionado. Es una gran expectativa también que se normalice el servicio de agua potable, porque aquí hay días y semanas que no llega el agua”, concluyó.


En conversación con EL HERALDO, la primera dama de Colombia, Verónica Alcocer, explicó que contrario a lo que se piensa Gustavo Petro en casa “es un hombre de muchos silencios”. “No habla mucho, pero es muy amoroso, con las niñas siempre está jugando, con los perros también lo hace. A veces entra a la cocina y sembramos matas, nos gusta hacer muchas cosas juntos, digamos que es un ser humano común y corriente, y bueno en lo político ya le hemos visto toda esa energía que siempre le inyecta a sus discursos”.


Señaló que es un experto en cuanto a música vallenata y que acostumbra a escuchar “porro y el fandango”


“No le gusta salir mucho,  la mayoría de nuestros planes los desarrollamos en casa”.

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