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Yaneth Franco, aseguró que conocía a varios de los jóvenes involucrados.

En medio de las recientes protestas en Bogotá, un video se volvió viral en redes sociales: una vendedora ambulante se enfrentó sin miedo a un grupo de encapuchados que pretendían bloquear una vía en la localidad de Usaquén. Su nombre es Yaneth Franco, y este jueves por la noche recibió la visita del ministro de Defensa, Pedro Sánchez, quien llegó hasta su lugar de trabajo para expresarle respaldo.


“Eso no es manifestación, eso es vandalismo”, se le escucha decir con firmeza en el video que la catapultó a la opinión pública. Con un delantal manchado de harina y una voz decidida, Yaneth defendía su derecho a trabajar, mientras los encapuchados intentaban prender fuego en la vía. “Todo el mundo ya tenía las puertas cerradas. Yo no podía permitir eso”, relató.


Doña Yaneth, quien lleva dos décadas vendiendo empanadas, arepas y chorizos en el mismo punto del barrio, aseguró que conocía a varios de los jóvenes involucrados. “El más adulto tendría 20 años. Yo sí educo hijos, y por eso no me quedé callada”, dijo.


La visita del ministro Pedro Sánchez ha provocado opiniones divididas. Para algunos fue un reconocimiento al valor civil de Yaneth, mientras que otros lo tildaron de gesto populista, sobre todo en medio de las tensiones políticas por las movilizaciones convocadas por las centrales obreras y respaldadas por el presidente Gustavo Petro.


Durante su visita, el ministro evitó hablar con la prensa, pero su presencia bastó para encender el debate sobre la protesta social, la seguridad en las manifestaciones y la situación de miles de trabajadores informales que viven del día a día en las calles del país.


“Yo estoy de acuerdo con la protesta social, pero con argumentos, no con vandalismo”, aclaró Yaneth. También insistió en que su decisión de actuar no fue por protagonismo, sino por necesidad: “¿Cómo voy a dejar perder toda la comida que había hecho? Si no trabajo, me perjudico”.


El caso de doña Yaneth ha puesto en el centro del debate el papel del ciudadano común frente al desorden público y los retos de la economía informal en Colombia. Mientras tanto, su frase —"¡A mí no me dañan el trabajo!"— se ha convertido en símbolo de resistencia pacífica y sentido común.


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