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Alejandro, su pequeño hijo, caminó con pasos lentos por la nave central de la Catedral Primada
Con la misma inocencia con la que su padre perdió a su madre, Alejandro dejó una rosa blanca sobre el féretro, en una escena que conmovió a todo el país.


Bogotá fue testigo de una de las imágenes más emotivas durante el último día de las exequias de Miguel Uribe Turbay. Alejandro, su pequeño hijo, caminó con pasos lentos por la nave central de la Catedral Primada, sosteniendo con delicadeza una rosa blanca. Al llegar al féretro, la depositó sobre él y, sin decir palabra, permaneció unos instantes junto a su padre.


La escena, captada en un video que rápidamente se hizo viral en redes sociales, evocó inevitablemente otro momento de dolor en la historia de la familia: la pérdida de la madre de Miguel, cuando él mismo era un niño. Con esa misma inocencia reflejada en su rostro, Alejandro se despidió en silencio, mientras los asistentes, visiblemente conmovidos, lo observaban con lágrimas en los ojos.


Este gesto, sencillo pero profundamente simbólico, quedará grabado en la memoria colectiva como uno de los actos más humanos y desgarradores de la despedida al senador y precandidato presidencial.



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